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Este es el último año que conviven licenciaturas y diplomaturas con el nuevo sistema adaptado al Espacio Europeo de Enseñanza Superior

LA TRANSICIÓN HACIA EL EEES imagen 1

El sistema universitario se halla en pleno proceso de adecuación al Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES), identificado con la Declaración de Bolonia, que estableció sus pilares en 1999. Este año académico, al menos en teoría, sería el último en el que conviva la oferta de diplomaturas y licenciaturas, y la de grados y másteres, de implantación obligatoria en el curso 2010-2011.

Como cualquier otro cambio a gran escala o reforma estructural, el auspiciado por la Declaración de Bolonia ha generado suspicacias y dudas, focalizadas en un principio en sectores estudiantiles y académicos vinculados con titulaciones que ven peligrar su continuidad, en especial algunas filologías o disciplinas como Historia del Arte, pero que se han extendido a ámbitos más amplios.

A pesar de todo, las 75 universidades de nuestro país han fijado distintas estrategias en esta fase de transición, algunas ya cuentan con toda su oferta académica adaptada, mientras que otras han optado por la cautela y han pospuesto la implantación de buena parte de las nuevas titulaciones hasta el último momento. Así se puede comprobar en la Guía Práctica de Universidades por ejemplo que la IE Universidad (Segovia), la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), la Universidad de Deusto, Mondragon Unibertsitatea y la zaragozana Universidad de San Jorge se perfilan como las más cumplidoras: toda su oferta educativa, de grado y postgrado, está ya adaptada a las directrices de Bolonia. En el otro extremo aparecen los centros que no ofertan aún ninguna titulación de grado (equivalente a licenciaturas y diplomaturas). Son ocho: Universidad Pontificia de Salamanca, Universidad Miguel Hernández de Elche, Universidad Pública del País Vasco (UPV-EHU), Universidad de Valladolid, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de Granada, Universidad de Alicante y la Universidad Católica de Ávila. Esta disparidad entre universidades adaptadas al marco europeo y las que no lo están deberá estar resuelta en el siguiente curso académico 2010-2011, fecha en la que el Proceso de Bolonia culmina y pasa a ser de obligado cumplimiento en todos los centros universitarios de nuestro país.

Esta diferencia no afectará a los estudiantes que se del antiguo sistema de titulación universitaria, ya que podrán continuar con el mismo plan de estudios con el que iniciaron su carrera. Por tanto, los universitarios actuales podrán acabar el plan de estudios que han empezado sin que ello conlleve ningún tipo de variación en su estructura, contenidos o desarrollo. En cualquier caso, los estudiantes que hayan comenzado estudios conforme a anteriores ordenaciones universitarias podrán también acceder a las nuevas enseñanzas previa admisión por la Universidad correspondiente, de acuerdo con lo establecido en el RD 1393/2007 y en la normativa de la propia Universidad.

A primera vista, la novedad más aparente de la entrada en vigor del nuevo modelo se encuentra en el cambio de denominación de los estudios superiores. Los universitarios ya no acabarán su formación como licenciados en Biología o diplomados en Educación Social. Pasarán a ser Graduados en Periodismo o en Química. Bolonia estructura todos los estudios universitarios de Europa en tres niveles consecutivos comunes: Grado, Máster y Doctorado. En el curso 2010-2011 no podrán ofertarse plazas de nuevo ingreso en primer curso para las titulaciones de Licenciado, Diplomado, Arquitecto, Ingeniero, Arquitecto Técnico e Ingeniero Técnico. No obstante, conviene recordar que los estudiantes que hayan obtenido sus títulos con anterioridad a la puesta en marcha del Plan de Bolonia no se verán afectados por esta nueva normativa. El Real Decreto de Ordenación de Enseñanzas Universitarias, aprobado en octubre del 2007, establece que los títulos universitarios oficiales obtenidos conforme a planes de estudios anteriores a la entrada en vigor del real decreto mantendrán todos sus efectos académicos y, en su caso, profesionales.

La reestructuración de las enseñanzas superiores se refleja también en su duración. Con el Proceso de Bolonia las carreras de tres años son ya cosa del pasado. Esto redunda en el aumento del tiempo de formación para algunas titulaciones, el descenso en otras e incluso su desaparición, al menos tal y como se identifican en el sistema tradicional.

El primer nivel de la enseñanza universitaria, el Grado, tiene una duración de 4 años, lo que equivale a la superación de 240 créditos europeos (ECTS). Y es que cambia también el concepto de crédito universitario tal y como lo conocemos ahora. En estos momentos, un crédito equivale a diez horas de clase tradicional. En cambio, por cada ECTS se contabilizan entre 25-30 horas. Esto no quiere decir que la carga de trabajo del estudiante sea mayor. Representa un cambio de modelo. En lugar de centrar el eje de evaluación y de conocimiento en la clase magistral, se enfoca hacia el trabajo personal del estudiante, al que se pretende dotar de mayor iniciativa y autonomía. El acento no se pone tanto en la enseñanza como en el aprendizaje. Por ello, junto con el tiempo que se pasa en el aula, se incluye el que se dedica fuera de ella: estudio, tutorías, trabajos, seminarios... Además, con esta nueva figura se pone fin a uno de los mayores problemas que el sistema encontraba para dar uniformidad, homogeneizar y homologar distintos títulos europeos.

Los estudios de grado -a los que se accede de la misma forma que hasta ahora: título de bachiller, o equivalente, y prueba de acceso a la universidad aprobada- tienen como finalidad dotar al estudiante de una formación esencial para el ejercicio de una actividad profesional. Para dar por finalizado el Grado, el universitario debe elaborar un trabajo de una extensión mínima de 6 créditos y máxima de 30, ya incluidos en los 240. Sin embargo, estudios como los de Arquitectura y Medicina, regulados por una directiva europea específica, precisan 300 créditos ECTS (5 cursos lectivos).

Una vez que el estudiante concluye su Grado puede lanzarse a la búsqueda de empleo o bien puede continuar su formación cursando un postgrado, bautizado como máster, que complemente sus estudios. La principal novedad es el que los másteres, cuya duración será de uno o dos cursos (60 ó 120 créditos ECTS) según el plan de estudios, ya no serán títulos propios reconocidos únicamente por el centro que los imparte, sino que se convierten en una titulación oficial. Se dividen entre profesionales, que forma al estudiante para ejercer una profesión, o de investigación, paso previo para cursar el doctorado. Y es ahí, en el doctorado, donde se encuentra otra de las innovaciones de Bolonia. Un título de Máster se convertirá en requisito imprescindible para acceder al tercer nivel de los estudios universitarios y obtener el título de doctor. En concreto, se fijará en 300 créditos europeos, (240 del grado y 60 del Máster) el mínimo requerido para poder iniciar el doctorado.

Por tanto, en este curso académico que acaba de empezar el estudiante se topa con una etapa de incertidumbre y de transición entre la universidad tal y como se conocía hasta ahora y una nueva que está por venir. La disyuntiva es matricularse en una carrera ya adaptada o no. Entre las principales ventajas, la de enfilar su formación hacia la senda que marcará un futuro más especializado y con un título homologado en Europa. Entre los inconvenientes, el de acceder a un sistema aún imperfecto e incompleto.

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