Cien años después de la celebración del primer Día de la Mujer se han conseguido notables logros en la lucha por la igualdad de género. Sin embargo, son muchas las desigualdades ancestrales que separan los derechos de hombres y mujeres en todo el mundo. Sólo un dato a resaltar, ellas constituyen el 70% de la población que se sitúa bajo el umbral de la pobreza.
En la semana del Día Internacional de la Mujer desde la ONG ANESVAD nos recuerdan que la igualdad de género es una asignatura pendiente en todo el mundo. Así, según refleja el índice de Equidad de Género que permite clasificar a los países por tres indicadores relevantes: educación, participación económica y empoderamiento queda demostrado que en estas áreas las mujeres y hombres seguimos distantes, en algunos casos, a años luz; sobre todo, cuando hablamos de países del Sur.
De los 157 países analizados para elaborar el informe anual a cargo de SOCIAL WATCH, los que encabezan la lista son los países nórdicos y, entre los que tienen el dudoso honor de estar en el furgón de cola, Costa de Marfil, India y Benín.
Según este informe, aunque no es sencillo reducir las brechas de desigualdades cuando hay escasez de recursos, por lo que los países en vías de desarrollo lo tienen más complicado, hay que precisar que la falta de ingresos no es el único factor. Ni un alto nivel de ingreso es garantía de equidad de género ni uno bajo es condición suficiente que justifique la brecha entre mujeres y hombres.
El escalón que falta para alcanzar la equidad de género en educación en todo el mundo no es demasiado grande. Sin embargo, son más los países que retroceden en educación que los que progresan.
Un paso positivo en la lucha por la igualdad de género ha sido la creación del Observatorio Europeo de Violencia de Género, que se ocupa de casos de violencia a manos de la pareja o ex pareja. Sin embargo, este mecanismo no es suficiente. Es necesaria la creación de un organismo que aborde todas las formas de violencia que sufren las mujeres y niñas por el hecho de serlo, la trata, la violencia sexual, la mutilación genital femenina o los matrimonios forzados, entre otras.
La solución radica en predicar políticas teniendo en mente a las niñas y mujeres jóvenes. Algunas de ellas consisten en priorizar la educación de las niñas y mantener la inversión en oportunidades de trabajo para ellas. Así como mantener la financiación de asistencia a las mujeres jóvenes, asegurar que no haya recortes en los servicios sociales o invertir en liderazgo de las mujeres apoyando organizaciones que las tengan como base.