El cliente es el fin de nuestra labor empresarial. Cada vez tiene más opciones e información, interactúa constantemente con los diferentes soportes y medios de comunicación, y tiene el poder de hacer que las empresas tengan que afrontar su visión y su forma de hacer negocio desde otra perspectiva.
En este entorno las organizaciones adoptan otra forma de relacionarse con el cliente, es la experiencia única de cada uno de ellos con cada marca la que permite generar un marco de actuación basado en la confianza, la cercanía y la creación de lazos que fomenten las relaciones a largo plazo y por tanto, la fidelización y prescripción del cliente.
Empoderar es una palabra nueva. De hecho, no aparece en nuestro diccionario; parece ser un anglicismo 'Empowerment'. El concepto no es nuevo, pero se ha puesto de moda. Y aunque muchos hablan de él, pocos lo entienden realmente. Apareció como un modelo de gestión empresarial hace varios años, en el que se empoderaba a cada empleado para colaborar de forma eficiente en la empresa. En marketing el empoderamiento da al cliente la sensación de control sobre el producto, en orden a motivarlo a operar sobre el objeto del cual obtendrá satisfacción.
Esta es una real estrategia de Marketing cuyo objetivo es conducir la motivación humana, ya no a través de incentivos exteriores como recompensas o beneficios, sino internamente al generar el deseo y el sentido de autonomía, maestría, y el sentido de propósito en sí mismo, tanto mejor si se crea un sentido de pertenencia, conexión y relación con otras personas, en una comunidad de consumo.
Construyendo este tipo de campañas, llegaremos a poner en el centro de toda compañía al cliente, conociendo sus expectativas y necesidades, contando con el análisis de sus experiencias previas de marca, y diseñando un entorno de ofertas personalizables, que hacen la experiencia de marca única por cada destinatario o cliente.
