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Los pagarés se convierten en un medio de pago los últimos años.

Un pagaré se considera una promesa de pago y no un medio, en donde el emisor se compromete a abonar una cantidad determinada de dinero dentro de una fecha específica. Sin embargo, el problema es que puede cumplirse o no, ya que para este tipo de pago ha generado controversias en años atrás: es por ello que actualmente, está tomando fuerza y protagonismo ya que con la presencia de las dificultades económicas ha llevado que los proveedores recurran a él como medio de pago. Cuando un cliente proponga un pagaré, el autónomo o la empresa debe conocer los riesgos que conlleva y a lo que se expone.

Ventajas para el cliente

Para un cliente, el pagaré se convierte en un medio de pago que significa una buena opción, ya que al no disponer de dinero en efectivo al momento de abonar una obligación, se da lugar a esta especie de “aplazamiento” que le da la oportunidad de reunir el dinero en el plazo que se fije o fraccionarlo en varias entregas.

Implicaciones de aceptar un pagaré

Al aceptar el pagaré se debe estar conforme, y dejarlo por escrito, con la fecha de pago fijada. Por otro lado, el que acepta el pagaré debe realizar toda la gestión de los trámites necesarios para cobrar, además de asumir los gastos de esa gestión. Finalmente, también se debe tomar en cuenta la posibilidad de devolver el pago, ya que los pagarés suelen cobrarse a través de un abono en una cuenta bancaria, por lo que esa cuenta podría no tener fondos.

Las comisiones son los principales riesgos a los que se enfrenta un autónomo o empresario que acepta el pagaré como medio de pago. Ya que además de los gastos de gestión, si el deudor anula el pago, las importantes comisiones que ello acarrea, son responsabilidad de la otra parte.

Por eso, el contar con un pagaré de un deudor se convierte en una prueba suficiente para reclamar en un juzgado, las consecuencias y el dinero al que se puede llegar a hacer frente no compensa.