La implementación de las nuevas tecnologías en las aulas ya no es una novedad, pero los resultados de los beneficios apenas se están recogiendo en muchas experiencias comunes a su aplicación.
En la última edición de Online Educa Berlín, la Universidad de Bristol presentó dos interesantes proyectos de aprendizaje donde se conseguía la colaboración y la creatividad en campos tan distintos como el artístico y el científico. Al incorporar a alguien, con conocimientos en otra disciplina, en un proceso de trabajo y tener explicarle las cosas, provoca que el mismo equipo se plantee cosas diferentes, ayuda a encender la bombilla de las ideas.
A un nivel más elemental, también se puso el ejemplo de una clase de párvulos donde creaban historias digitales para explicar su lugar de residencia, que posteriormente subieron a internet para compartir el conocimiento de los alumnos de párvulos. Otro proyecto similar se hizo con personas mayores, para que explicaran como gestionaban el día a día. En ambos grupos, las dificultades que implicó manejar las nuevas tecnologías, comportó un aprendizaje colaborativo y rompió la barrera tecnológica.
En Noruega, Grieg Music Education permite la formación online de la música, mediante una plataforma donde los alumnos pueden escuchar por separado cada instrumento de una sinfonía y posteriormente utilizar sus propias grabaciones para crear música. De esta manera, se evita que los alumnos que no están interesados en tocar instrumentos- un 80% de los alumnos-, se sientas atraídos también por la creación de música. La finalidad el proyecto no era enseñar a tocar, sino ayudar a crear música.
Con experiencias como estas en educación online, los profesores se dieron cuenta que más allá de la novedad y el entusiasmo de utilizar las nuevas tecnologías, los alumnos no solo mejoraban sus conocimientos, también mejoraban sus actitudes sociales: eran más empáticos, más colaborativos, más tolerantes y aprendían a gestionar su propio proyecto.