Todos conocemos la pereza que se experimenta al entrar en movimiento después de un prolongado descanso. Recién levantados de la cama, apenas somos capaces de cerrar una mano, y si intentamos apretar con fuerza, nos sentimos impotentes. La musculatura está «dormida» después del estado de vigilia, nuestro corazón late al mínimo de pulsaciones por minuto, todos nuestros órganos han estado trabajando al mínimo durante el descanso; en consecuencia, difícilmente nos podemos poner en movimiento sin realizar previamente algún tipo de actividad.
Para realizar una actividad física de forma saludable es indispensable calentar adecuadamente, el calentamiento es un conjunto de ejercicios que preparan al individuo física y mentalmente para realizar una actividad más intensa. Las personas que practican un deporte suelen tener determinadas rutinas para afrontar su día a día. Un apartado importante dentro de estas rutinas son las movilizaciones articulares que se realizan a primera hora de la mañana, antes del primer entrenamiento. Las movilizaciones son un elemento de reciente implantación en el circuito. Hace años, los jugadores solamente realizaban estiramientos, no diferenciaban entre estiramiento y movilización, pero poco a poco, gracias a diversos estudios realizados en distintas universidades alemanas y estadounidenses, se ha demostrado que “mover” las articulaciones es uno de los métodos más efectivos a la hora de producir un buen calentamiento articular y muscular.
Las movilizaciones matinales no son técnicas nuevas dentro del mundo de la preparación física, algunas de ellas se llevan realizando desde hace más de 5000 años como técnicas terapéuticas de la medicina tradicional China, concretamente en métodos como el Do In, que significa “la morada y la energía del espíritu” y que tiene grandes influencias y semejanzas con el Shia- tsu actual. Al principio era una actividad casi exclusiva de los monjes budistas, quienes la utilizaban para mantener una buena salud y para poder soportar las duras jornadas de trabajo, oración y ayuno en los monasterios.
En Occidente se dio a conocer en la década de los años 60 - sobre todo en Estados Unidos - y, en el mundo deportivo, las movilizaciones han aparecido en los últimos años. Lógicamente los jugadores, al realizar los ejercicios, no tienen en cuenta aspectos como reestablecer el flujo de la energía o abrir los canales de los meridianos, lo que realmente interesa son los objetivos que se consiguen, que no son otros que calentar las articulaciones para reducir el riesgo de lesiones y para mejorar el rendimiento.
Estas movilizaciones ya forman parte del “arsenal” terapéutico de muchos jugadores y se han convertido en lo primero que realizan por la mañana, a veces hasta antes del desayuno. En la actualidad ya no se denominan Do- In, simplemente se llaman movimientos articulares de primer y segundo grado. Si nos imaginamos una vértebra, que en un movimiento de rotación gira hacia un lado, este movimiento puede ser ligero primer grado-, medio- segundo grado- o extremo- tercer grado-. Esta clasificación, sacada del método de trabajo del terapeuta Maitland, sirve para aclarar que las movilizaciones articulares utilizadas en el deporte son suaves, nunca deben de llegar al extremo del movimiento y, contrariamente a los estiramientos, cada movimiento se debe de repetir entre 10 y 20 veces, según el ejercicio. Es esta oscilación repetida la que hace que la articulación, que se encuentra deshidratada después de 8 horas de reposo durante la noche, empiece a lubricarse de forma progresiva con líquido sinovial hasta llegar a un estado óptimo para realizar el ejercicio. Se debe de recalcar que, justamente este hecho, la lubricación y el aumento de la temperatura articular, es lo que hace interesante esta técnica y lo que ha potenciado que más y más jugadores y fisioterapeutas la elijan por delante de otras como los estiramientos.
