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Coincidiendo con la celebración del Día Internacional del Agua, España suspende en materia de depuración de aguas residuales incumpliendo las exigencias europeas.

Este año 2013 es el Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua, y tras un análisis exhaustivo por parte de la Comisión Europea de la situación acuífera de España, se puede concluir que 'cateamos' en materia de tratamiento y depuración de aguas residuales.

Las evaluaciones realizadas por la Fundación Nueva Cultura del Agua, han determinado que más de la mitad de las aguas españolas están en mal estado, bien por deterioro de su estado ecológico debido a extracciones excesivas, alteraciones de los cauces naturales de los ríos, represamiento de aguas o bien por contaminación química, debido a los vertidos de las empresas y a la laxa legislación existente al respecto.

La contaminación de las aguas por factores químicos es un problema que afecta no sólo a España sino a nivel internacional; el uso de pesticidas agrícolas, medicamentos, artículos de higiene personal son residuos que escapan a las depuradoras convencionales y que plantean un reto por no saber cómo afectan a la salud humana ni al medio ambiente.

Las organizaciones pro-medio ambiente advierten de que la situación con el agua en España es preocupante, ya que no sólo se trata de malos hábitos de conducta de los ciudadanos que vierten sus residuos, sino también del gobierno e instituciones ulteriores que silencian la situación fomentando el desconocimiento de la población y por ende el aumento de dichos residuos.

En los últimos 50 años se ha perdido al menos el 60% de superficie de los humedales, se ha descubierto la existencia de miles de pozos ilegales, se ha producido una sobreexplotación de 88 acuíferos y se ha registrado un descenso del 3% en el caudal de 187 cuencas fluviales de la península Ibérica respecto a la media anual de los últimos 60 años, según un estudio del CSIC. Uno de los motivos para este fuerte descenso de las reservas de agua de nuestro país es el cambio climático, pero también un mal uso y una mala gestión del agua, un problema que de forma no muy lejana hará que España se desertice, como advierten los miembros de las ONGs en defensa del medio ambiente.

Una mejora en la gestión de las aguas residuales -introduciendo depuradoras más eficaces - la implantación de nuevos modelos de autoabastecimiento y una mayor información a la ciudadanía, podrá ayudar a que el impacto no sea tan grave como se espera.